viernes, 14 de abril de 2017

Monstruos en vivo

No había podido ver hasta ahora en directo a Leiva y he de decir que tenía muchas ganas de hacerlo. Ya desde los tiempos de Pereza me llamó la atención la capacidad compositiva e interpretativa de este músico, pero por diferentes motivos no había podido comprobar su efectividad sobre las tablas. Por eso la cita del pasado 1 de abril en la Sala Multiusos zaragozana para presenciar una de las múltiples paradas de su gira "Monstruos" (por qué no decirlo, el mejor disco de su carrera hasta el momento) se presentaba como una oportunidad que tenía que aprovechar.


Un azul intenso dominaba el escenario mientras la espera y poco a poco la sala se fue llenado de un público eminentemente joven (más veinteañeros que cercanos a los cuarenta) y aparentemente muy devoto. Es cierto que el músico madrileño tiene algunos detractores (¿envidiosos de su éxito?), pero aquellos que son realmente incondicionales lo veneran como al que más, como así demostraron desde el primer minuto en que Leiva salió a escena. El músico, rodeado de la "Leiband", arrolla con todo su arsenal desde la primera canción y no baja el nivel en las casi dos horas que dura el show. Un espectáculo marcado por la intensidad de las luces que llenan el telón de fondo del escenario y que consiguen crear atmósferas muy interesantes en algunas canciones, pero sobretodo dominado por el rock, en sonido y actitud. No nos olvidemos que las protagonistas de la noche son las canciones: un repertorio elegido con mucho gusto, donde no falta ni sobra nada y que demuestra los grandes aciertos de Leiva, un auténtico maestro a la hora de parir cañonazos en forma de canción de menos de cuatro minutos.


Desde que sonaron los primeros acordes de "El último incendio" todos los que estábamos presentes sentimos que esos ocho músicos eran un todo y que estaban dispuestos a dar su mejor versión. El público acompañaba fervientemente con sus coros y sus móviles en alto y así fueron desgranando canciones de su último disco acompañadas de una buena selección de éxitos de su carrera en solitario y con Pereza. Muy pronto sonó "Animales" y la actitud descarada del madrileño afloró sin miedo. Al igual que sucedió con la potente "Guerra Mundial", la confesional "Los Cantantes" o el rock n' roll clásico de "Sixteen", canción que presentó en su día rodeado de Carlos Tarque y Fito Cabrales y que aunque no aparece en ninguno de sus discos el público no olvidó ni un verso de sus estrofas. Con el trío de temazos formado por "Eme", "Breaking Bad" (la que empezó a dar forma a sus "Monstruos" según nos confesó) y "Miedo" (con un desarrollo final delicioso donde sonó "Superjunkies" a modo de guiño), Leiva dejaba claro que sus composiciones se van ganando cada día un hueco más sólido en el rock patrio. El concierto estaba pasando como un suspiro, y así llegó otro recuerdo curioso al pasado con la stoniana "Superhermanas" y la delicada "Amelie" para dar paso al set íntimo de la noche protagonizado por "Vis a Vis", únicamente acompañado de su guitarra acústica, y "Monstruos", donde la banda volvió a arropar a Leiva para que no decayesen sus melodías entre los murmullos de la sala (y es que una vez más parece que los momentos más sentidos y desnudos sobran en estos eventos porque la mayoría de los presentes no son capaces de guardar el silencio que se requiere para hacerlos mágicos). Leiva es consciente de la dificultad de llevarse a todo el respetable a la intimidad propia de una sala pequeña, por lo que no estira este momento y vuelve a dar guerra con la crudeza de "Electricidad", una de sus canciones más acertadas y tremendamente efectiva en la recta final de la noche. Ya no se despegará de su inseparable telecaster (esta vez decorada con referencias a la Velvet Underground) y así enlaza uno tras otro sus mayores éxitos, desde "Como lo tienes tú" hasta "Mirada perdida" sin dejarse por el camino "Terriblemente cruel" o la primera estrofa de "Estrella Polar".


Tras la "falsa" despedida el público enloquece. Sabe que aún queda algo más para los bises y la "Leiband" vuelve con "Sincericidio". Leiva deja para el final un gesto de recuerdo a su antiguo compañero Rubén Pozo, con el que soñó llenar esta sala en los tiempos de Pereza y nos cuenta que desde que lo consiguieron entonces no ha dejado de hacerlo, cosa que celebramos todos los presentes. Y justo en ese momento es cuando consigue que se haga magia de verdad. Nos pide que por una canción, todo el mundo deje a un lado sus móviles y nos dediquemos a disfrutar del momento, a vivir la música sin ninguna distracción que la empañe. En un concierto donde he visto más móviles al aire por metro cuadrado, conseguir que todo el mundo se meta su celular en el bolsillo y se olvide de él para entonar al unísono "Lady Madrid" es algo increíble. Pero Leiva lo consigue, ¡¡vaya que sí!! Por un momento sentí que estaba en medio de un concierto de los años noventa, cuando las tecnologías no acaparaban más protagonismo que los propios músicos. Y fue fantástico, lo mejor de la noche. Fue entonces cuando la música se convirtió en la verdadera y única protagonista. Un detalle que puso el broche de oro a cien minutos que pasaron como una exhalación y donde se demostró que el repertorio de este músico es infalible, una auténtica apisonadora sónica que no sería posible sin el buen hacer de esta banda, que acumula vivencias que traslada a las canciones y las convierte en algo compartido por todos. La "Leiband" hace suyo el éxito de estos shows como si fueran uno con su verdadero protagonista. Desde Tuli y Gato Charro, que disfrutan como enanos con sus vientos, César Pop, que llega a "desmelenarse" si el momento lo requiere, Manolo Mejías, "Niño" Bruno y Luismi "Huracán", que aciertan con su pegada precisa, y hasta el mismísimo Juancho "Sidecars", mucho más que el hermano de Leiva, que impone su fraseo a las seis cuerdas y se muestra como un gran guitarrista que ama su instrumento y le otorga una personalidad contundente. Todos ellos son imparables y regalan a Leiva la mejor formación rockera que éste pueda desear, como así demostraron en cada una de las canciones interpretadas.

Leiva nos enseñó que su sitio lo tiene ganado con creces por méritos propios. Que sus canciones pueden gustar más o menos a los "entendidos" del negocio musical o que su público puede ser más joven que el de otras propuestas rockeras del país, pero eso no le quita ni un ápice de honestidad y actitud. Leiva sabe lo que hace y lo hace bien, muy bien. Arma un espectáculo sólido y conquista su lugar gracias principalmente a unas canciones merecedoras de todo ese éxito.


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