Love of Lesbian llegaban a la ciudad de
Zaragoza el pasado viernes 21 de abril con su gira “Halley” después de haber
triunfado en múltiples escenarios y festivales durante el pasado año. Esta gira
se concibe como el tramo final de presentación de su disco más logrado, “El
Poeta Halley”, que terminará con sendos conciertos en el Palacio de los
Deportes de Madrid y el Palau Sant Jordi de Barcelona a finales de Noviembre.
Zaragoza les regalaba dos fechas agotadas en el Teatro de las Esquinas, lo que
da muestra de cómo ha ido creciendo el número de seguidores de la banda
catalana con el paso del tiempo, como es mi caso.
Muchas veces me habían
dicho que no podía perderme a Santi Balmes y los suyos sobre el escenario, que
era una experiencia única, pero no terminaba de decidirme. He de decir que mi
interés por sus discos había arrancado a base de escuchar recomendaciones y, a
pesar de que conocía algunos de sus clásicos, fue tras la publicación de su
último disco cuando me decidí a profundizar en su discografía. Sus álbumes
tenían canciones muy intensas y nada despreciables, pero otras con las que no
conseguía conectar. Tal vez no entendiese todavía su humor y forma de enfocar
la música. “1999” me gustaba mucho, pero “La Noche Eterna. Los Días No Vividos”
se me hacía algo largo. Descubrí que lo que verdaderamente fallaba es que no
les estaba prestando la suficiente atención. Con “El Poeta Halley” era
distinto. El disco me sedujo desde el principio y encontré un lenguaje que
conectaba más conmigo. Quizá fuera esa forma de conseguir encajar emoción sin
falta de pegada, aunque en este disco las revoluciones bajaban bastante y el lirismo
de Santi Balmes se hacía más palpable. Así que terminé convencido de que éste
era el momento para verles en directo y comprobar esa eficacia sobre las tablas
de todo el conjunto.
Llegué al Teatro de las Esquinas con suficiente tiempo para poder
mezclarme entre los más “lesbianos” en las primeras filas y me dispuse a
dejarme hipnotizar por su música. Quería estar atento. No perder detalle. Y así
lo hice. La verdad es que todo fue fácil gracias a que el sonido del teatro
esta vez fue envidiable. Los textos podían degustarse en su totalidad porque
además primaban los momentos más serenos (al menos en la primera y última parte
del concierto). Y ocurrió: Love of Lesbian consiguieron cautivarme. Todos los
que me habían dicho que no podía perdérmelos tenían mucha razón. ¿Cómo podía
haber estado al margen de esto durante tanto tiempo? Estos músicos habían
conseguido emocionarme de verdad, que me sintiera en total comunión con ellos y
sus fieles, como si siempre hubiera sido uno de ellos (y eso que no domino todo
su cancionero). Ellos me lo perdonaban todo y me abrían las puertas para
degustar una a una las canciones-historias de las que a partir de ese momento
yo también era partícipe. Miles de detalles que había pasado por alto en su
discografía los descubría ahora. En ese momento, mientras saboreaba uno a uno
los recovecos de sus canciones en directo, me sentía único, feliz de formar
parte de esto. Era cierto que los directos de Love of Lesbian se convierten en
un espectáculo casi místico, pero en el que no falta tampoco un toque de humor,
y conforme avanza la noche una buena dosis de descaro y desenfreno.
El concierto empezó con contundencia, pero a la vez con cierta
calma, sabiendo dar cada paso con firmeza. Los seis músicos bien engrasados
sonaban incluso mejor que en los discos y atacaron uno de los temas más
logrados de ese “Poeta Halley”. Se trataba de “Cuando no me ves” y a éste le
siguieron “Océanos de Sed”, “Nadie por las Calles” y “Bajo el Volcán”. Cuatro
temas que ya daban muestra de que la noche iba a ser brillante. Las primeras
palabras de Santi Balmes fueron para agradecer la asistencia de este público
entregado a un concierto completo del grupo, no dentro de uno de los múltiples
festivales en los que son fijos, ya que de esta manera pueden ofrecer su
espectáculo íntegro, dando importancia a canciones que en festivales no
funcionan por no ser tan accesibles o populares. Por supuesto “El Poeta Halley”
ocuparía el grueso de la velada, y a pesar de ser el disco más reciente de la
banda, el público lo celebraba como si fuera el mejor disco de su carrera (creo
firmemente que así es). “Allí donde solíamos gritar” y “Las malas lenguas” nos
retrotraían a uno de sus discos más celebrados, aquel “1999” donde Santi Balmes
descargó toda su furia y lo utilizó como terapia.
Antes de interpretar “Los Seres Únicos” Julián
Saldarriaga, que tomó la iniciativa para presentar muchas de las canciones de
la noche, quiso acordarse de sus amigos de Supersubmarina, que sufrieron un
grave accidente de tráfico mientras estaban de gira el pasado verano, y les
dedicó la canción. Con “Contraespionaje” hicieron mención al paso del tiempo
mientras se escuchaban en algunos versos referencias a la ciudad de Barcelona.
Y entonces llegó uno de los mejores momentos de la noche, encadenando varios
temas magníficos. “1999” comenzó con su famoso “hasta aquí llegó el ritual de
enfados y canibalismo estúpido” a modo de dedicatoria e incluyó unos versos del
“Por qué te vas”, que en su día popularizó Jeanette. Al concluir encadenó con
la segunda parte de esa canción, que es “Voy a romper las ventanas”, con una
intensidad emocional que ponía los pelos de punta. Le siguió la desnudez de
“Segundo Asalto”, donde la acústica de Julián Saldarriaga y la voz de Santi Balmes
bastaron para convencer a todos los presentes. De hecho ellos mismos dijeron
que les encantaba hacer este tema así, tal y como nacen las canciones en Love
of Lesbian. Después llegó el pasaje más emocionante de todos: “En busca del
Mago” nos entregó a Santi Balmes teatralizando una canción que es pura poesía y
que logró hacer que saltara más de una lágrima en la sala. Mucha emoción
contenida que dio paso al lirismo de “Los males pasajeros”, sin duda dos de las
mejores canciones de su última criatura.
Cuando llegó “Belice”
el tono de la velada se transformó de la intimidad de los temas anteriores al
desenfreno, con todos los presentes desatados y rendidos a los pies de la
banda. “IMT” sonó tan enérgica como “El Yin y el Yen”, que sumó el descaro
suficiente para afrontar su primera despedida tras dos de sus clásicos más
potentes: “Algunas plantas” y “Club de fans de John Boy”.
Hasta aquí ya llegábamos a las casi dos horas de concierto y
estaba claro que los bises prometían porque Love of Lesbian se habían ido en lo
más alto. Su regreso siguió con los decibelios por las nubes de la mano de “Me
Amo”, “Manifiesto Delirista” y “Fantástico”. Este derroche de “buenrollismo”
final nos permitió ver claramente el disfrute de todo el grupo, a los que se
les notaba exhaustos y a la vez encantados con la reacción de un público que
les quiere. “Lesbianos” hasta la médula.
La recta final definitiva nos regaló casi media hora más de
concierto. Comenzaron sonando de nuevo con voz y guitarra (simplemente con un
“sol” y un “re”) unos extractos de “La niña imantada” y “Mi primera
combustión”, un pequeño obsequio que no estaba en el guión. Santi Balmes aclaró
que estas dos canciones eran como dos imágenes paralelas y así quedaron
grabadas en mi interior, una unida a la otra para siempre. Después volvió a
calzarse su chistera de mago y nos hipnotizó con “El Poeta Halley”, una canción
mayúscula que me puso la piel de gallina. Su letra habla del arte de buscar la
palabra adecuada, como hace su protagonista y autor. Lo más emocionante de este
tema fue escuchar los versos finales del mismo recitados en la voz de Joan
Manuel Serrat (pregrabada, como es evidente), donde todo el público permaneció
atento a éstos y la banda se rindió a los pies de este gran maestro de la
palabra que pone el broche final a su disco y que también aportó a este
concierto uno de los momentos más intensos. En esta línea más pausada y
reflexiva siguieron los dos temas con los que cerraron la noche. Primero con
“Incendios de Nieve” y finalmente con “Planeador”, la canción que abre el
último disco de los catalanes y que aquí puso la guinda a un concierto perfecto
con homenaje a Prince incluido (del que se cumplía un año de su muerte)
mientras los músicos se despedían y sonaba “Purple Rain”. A Santi Balmes,
Julián Saldarriaga, Jordi Roig, Joan Ramón Planell, Oriol Bonet y Dani Ferrer
se les veía felices y a la vez agradecidos a este público zaragozano que
llenaba la primera de las dos noches en la capital aragonesa. Como dice una de
las canciones de Love of Lesbian: “No es necesario tener principios, lo
importante es tener finales”. Y éste fue un final para la historia, aunque a la
vez fue el principio de mi romance “lesbiano”.
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