sábado, 29 de abril de 2017

El brillo del Poeta Halley

Love of Lesbian llegaban a la ciudad de Zaragoza el pasado viernes 21 de abril con su gira “Halley” después de haber triunfado en múltiples escenarios y festivales durante el pasado año. Esta gira se concibe como el tramo final de presentación de su disco más logrado, “El Poeta Halley”, que terminará con sendos conciertos en el Palacio de los Deportes de Madrid y el Palau Sant Jordi de Barcelona a finales de Noviembre. Zaragoza les regalaba dos fechas agotadas en el Teatro de las Esquinas, lo que da muestra de cómo ha ido creciendo el número de seguidores de la banda catalana con el paso del tiempo, como es mi caso.

Muchas veces me habían dicho que no podía perderme a Santi Balmes y los suyos sobre el escenario, que era una experiencia única, pero no terminaba de decidirme. He de decir que mi interés por sus discos había arrancado a base de escuchar recomendaciones y, a pesar de que conocía algunos de sus clásicos, fue tras la publicación de su último disco cuando me decidí a profundizar en su discografía. Sus álbumes tenían canciones muy intensas y nada despreciables, pero otras con las que no conseguía conectar. Tal vez no entendiese todavía su humor y forma de enfocar la música. “1999” me gustaba mucho, pero “La Noche Eterna. Los Días No Vividos” se me hacía algo largo. Descubrí que lo que verdaderamente fallaba es que no les estaba prestando la suficiente atención. Con “El Poeta Halley” era distinto. El disco me sedujo desde el principio y encontré un lenguaje que conectaba más conmigo. Quizá fuera esa forma de conseguir encajar emoción sin falta de pegada, aunque en este disco las revoluciones bajaban bastante y el lirismo de Santi Balmes se hacía más palpable. Así que terminé convencido de que éste era el momento para verles en directo y comprobar esa eficacia sobre las tablas de todo el conjunto.


Llegué al Teatro de las Esquinas con suficiente tiempo para poder mezclarme entre los más “lesbianos” en las primeras filas y me dispuse a dejarme hipnotizar por su música. Quería estar atento. No perder detalle. Y así lo hice. La verdad es que todo fue fácil gracias a que el sonido del teatro esta vez fue envidiable. Los textos podían degustarse en su totalidad porque además primaban los momentos más serenos (al menos en la primera y última parte del concierto). Y ocurrió: Love of Lesbian consiguieron cautivarme. Todos los que me habían dicho que no podía perdérmelos tenían mucha razón. ¿Cómo podía haber estado al margen de esto durante tanto tiempo? Estos músicos habían conseguido emocionarme de verdad, que me sintiera en total comunión con ellos y sus fieles, como si siempre hubiera sido uno de ellos (y eso que no domino todo su cancionero). Ellos me lo perdonaban todo y me abrían las puertas para degustar una a una las canciones-historias de las que a partir de ese momento yo también era partícipe. Miles de detalles que había pasado por alto en su discografía los descubría ahora. En ese momento, mientras saboreaba uno a uno los recovecos de sus canciones en directo, me sentía único, feliz de formar parte de esto. Era cierto que los directos de Love of Lesbian se convierten en un espectáculo casi místico, pero en el que no falta tampoco un toque de humor, y conforme avanza la noche una buena dosis de descaro y desenfreno.


El concierto empezó con contundencia, pero a la vez con cierta calma, sabiendo dar cada paso con firmeza. Los seis músicos bien engrasados sonaban incluso mejor que en los discos y atacaron uno de los temas más logrados de ese “Poeta Halley”. Se trataba de “Cuando no me ves” y a éste le siguieron “Océanos de Sed”, “Nadie por las Calles” y “Bajo el Volcán”. Cuatro temas que ya daban muestra de que la noche iba a ser brillante. Las primeras palabras de Santi Balmes fueron para agradecer la asistencia de este público entregado a un concierto completo del grupo, no dentro de uno de los múltiples festivales en los que son fijos, ya que de esta manera pueden ofrecer su espectáculo íntegro, dando importancia a canciones que en festivales no funcionan por no ser tan accesibles o populares. Por supuesto “El Poeta Halley” ocuparía el grueso de la velada, y a pesar de ser el disco más reciente de la banda, el público lo celebraba como si fuera el mejor disco de su carrera (creo firmemente que así es). “Allí donde solíamos gritar” y “Las malas lenguas” nos retrotraían a uno de sus discos más celebrados, aquel “1999” donde Santi Balmes descargó toda su furia y lo utilizó como terapia. 


Antes de interpretar “Los Seres Únicos” Julián Saldarriaga, que tomó la iniciativa para presentar muchas de las canciones de la noche, quiso acordarse de sus amigos de Supersubmarina, que sufrieron un grave accidente de tráfico mientras estaban de gira el pasado verano, y les dedicó la canción. Con “Contraespionaje” hicieron mención al paso del tiempo mientras se escuchaban en algunos versos referencias a la ciudad de Barcelona. Y entonces llegó uno de los mejores momentos de la noche, encadenando varios temas magníficos. “1999” comenzó con su famoso “hasta aquí llegó el ritual de enfados y canibalismo estúpido” a modo de dedicatoria e incluyó unos versos del “Por qué te vas”, que en su día popularizó Jeanette. Al concluir encadenó con la segunda parte de esa canción, que es “Voy a romper las ventanas”, con una intensidad emocional que ponía los pelos de punta. Le siguió la desnudez de “Segundo Asalto”, donde la acústica de Julián Saldarriaga y la voz de Santi Balmes bastaron para convencer a todos los presentes. De hecho ellos mismos dijeron que les encantaba hacer este tema así, tal y como nacen las canciones en Love of Lesbian. Después llegó el pasaje más emocionante de todos: “En busca del Mago” nos entregó a Santi Balmes teatralizando una canción que es pura poesía y que logró hacer que saltara más de una lágrima en la sala. Mucha emoción contenida que dio paso al lirismo de “Los males pasajeros”, sin duda dos de las mejores canciones de su última criatura.

Cuando llegó “Belice” el tono de la velada se transformó de la intimidad de los temas anteriores al desenfreno, con todos los presentes desatados y rendidos a los pies de la banda. “IMT” sonó tan enérgica como “El Yin y el Yen”, que sumó el descaro suficiente para afrontar su primera despedida tras dos de sus clásicos más potentes: “Algunas plantas” y “Club de fans de John Boy”.



Hasta aquí ya llegábamos a las casi dos horas de concierto y estaba claro que los bises prometían porque Love of Lesbian se habían ido en lo más alto. Su regreso siguió con los decibelios por las nubes de la mano de “Me Amo”, “Manifiesto Delirista” y “Fantástico”. Este derroche de “buenrollismo” final nos permitió ver claramente el disfrute de todo el grupo, a los que se les notaba exhaustos y a la vez encantados con la reacción de un público que les quiere. “Lesbianos” hasta la médula.


La recta final definitiva nos regaló casi media hora más de concierto. Comenzaron sonando de nuevo con voz y guitarra (simplemente con un “sol” y un “re”) unos extractos de “La niña imantada” y “Mi primera combustión”, un pequeño obsequio que no estaba en el guión. Santi Balmes aclaró que estas dos canciones eran como dos imágenes paralelas y así quedaron grabadas en mi interior, una unida a la otra para siempre. Después volvió a calzarse su chistera de mago y nos hipnotizó con “El Poeta Halley”, una canción mayúscula que me puso la piel de gallina. Su letra habla del arte de buscar la palabra adecuada, como hace su protagonista y autor. Lo más emocionante de este tema fue escuchar los versos finales del mismo recitados en la voz de Joan Manuel Serrat (pregrabada, como es evidente), donde todo el público permaneció atento a éstos y la banda se rindió a los pies de este gran maestro de la palabra que pone el broche final a su disco y que también aportó a este concierto uno de los momentos más intensos. En esta línea más pausada y reflexiva siguieron los dos temas con los que cerraron la noche. Primero con “Incendios de Nieve” y finalmente con “Planeador”, la canción que abre el último disco de los catalanes y que aquí puso la guinda a un concierto perfecto con homenaje a Prince incluido (del que se cumplía un año de su muerte) mientras los músicos se despedían y sonaba “Purple Rain”. A Santi Balmes, Julián Saldarriaga, Jordi Roig, Joan Ramón Planell, Oriol Bonet y Dani Ferrer se les veía felices y a la vez agradecidos a este público zaragozano que llenaba la primera de las dos noches en la capital aragonesa. Como dice una de las canciones de Love of Lesbian: “No es necesario tener principios, lo importante es tener finales”. Y éste fue un final para la historia, aunque a la vez fue el principio de mi romance lesbiano.



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