El pasado día 21 de septiembre "El Giradiscos" publicaba mi reseña sobre el nuevo y más logrado disco de Leiva. Se trata de "Monstruos", un manual para exorcizar esos fantasmas que parece que persiguen al músico madrileño, pero que le colocan en su mejor momento creativo dando de pleno con un disco muy creíble y de factura impecable, a pesar de no enseñarnos nada que no conozcamos. Os invito a que lo degustéis como se merece y dejéis que os atrape como lo ha hecho conmigo. Aquí os dejo mis impresiones:
El disco arranca con la potente “El último incendio” a modo de declaración de intenciones con ecos al rock argentino de corte más clásico. “Guerra Mundial” es uno de los temas más logrados con una letra desgarradora y una sonoridad que recuerda inevitablemente al “Sgt. Peppers”. “Sincericidio” es una clásica composición del madrileño con ecos del oeste que le sientan más que bien y un estribillo muy radiable, pero a mi parecer con menor trascendencia en el conjunto salvo por su condición de single. “Breaking Bad” tiene desde su inicio aires de M Clan tirando hacia el soul que éstos dominan y nos conduce de forma agradable hasta “Dejándose caer”, un tema delicado, algunos dicen que excesivamente comercial, pero a mi parecer tremendamente efectivo con otra de las letras más intensas del disco y ese silbidito que no se te va de la cabeza. “La lluvia en los zapatos” tiene un riff interesante pero termina en un estribillo demasiado manido en la carrera de este artista que aporta poco nuevo a pesar de tener imágenes muy atrayentes rondando en la letra.
Empezaré
dejando claro que “Monstruos” es un gran disco, el mejor de los tres publicados
hasta ahora por el músico madrileño. Pero al escucharlo no paran de venirme
multitud de referencias musicales de las que bebe Leiva, que él mismo sabe
reinterpretar y que le sientan como un guante, pero evidentemente no nos
descubre nada nuevo. Leiva es un artista polifacético, domina varios
instrumentos, conoce profundamente el rock de los sesenta y setenta y sabe
escribir melodías contundentes y directas. Parte de esto ya se podía vislumbrar
en su época con Pereza que le acercó al gran público y le abrió un hueco entre
músicos de referencia en nuestro país. Y de esos músicos supo empaparse de múltiples
enseñanzas y matices para dar a luz unas composiciones propias precisas, muy
inspiradas a veces, pero que siempre nos recuerdan a alguien. Leiva les imprime
estilo propio, sobretodo gracias a su voz inconfundible, pero no ocultan sus
referencias.
“Monstruos”
sigue esa línea. Desde los primeros acordes de “El último incendio” nos vienen
a la cabeza nombres como Quique González, M Clan, Iván Ferreiro, Deluxe e
incluso The Beatles. Y lo bueno es que sabe sacar lo mejor de estas influencias
y a la vez hacerlas suyas. Tal vez me recuerde a Lenny Kravitz, un músico de
los pies a la cabeza, que domina gran cantidad de instrumentos así como métodos
de grabación y producción pero que siempre ha sido criticado por sonar a otros.
Pero eso no es malo, Lenny Kravitz ha escrito canciones esenciales del rock de
los ’90 y tiene una personalidad arrolladora. Algo así me pasa con Leiva.
También sabe defenderse muy bien con muchos instrumentos, es de hecho un músico
obsesivo con los detalles y la producción y suena a otros sin perder su gran
personalidad.
Dicho
esto habría que centrarnos en el disco que nos ocupa, que como apuntaba al
principio es el mejor de su primera “trilogía” en solitario, ya que según Leiva
cierra con este “Monstruos” un camino que empezó con “Diciembre” y siguió con
“Pólvora”. Estos discos también tuvieron momentos inspirados (tal vez más
redondo quedó “Pólvora” gracias al buen hacer de Carlos Raya y a dejar entrar a
otros músicos a participar en la grabación del mismo), pero con “Monstruos” se
crece para firmar un disco que, sin aportar demasiados aspectos novedosos,
reafirma a Leiva como un músico imprescindible del rock en castellano y
convence plenamente con una propuesta equilibrada. Para esto ha tenido mucho
que ver que deje las riendas de la producción totalmente a Carlos Raya, que
domina este oficio y que también imprime un carácter muy personal a los discos
que produce. Así es normal que “Monstruos” suene por momentos al rock de Quique
González o M Clan, músicos producidos por Raya, aunque en el estilo compositivo
tal vez se acerque más esta vez a Iván Ferreiro. Sabemos que son buenos amigos
y que comparten una manera similar de entender la música, pero en esta ocasión
Leiva suena mucho más Ferreiro que en ningún otro momento, sin lograr sus
inspiradas letras, pero sí sus giros y tonalidades sonoras. También destaca del
disco su poderío instrumental, cediendo protagonismo esta vez al mismo Raya a
las guitarras junto a José “Niño” Bruno, Iván González “Chapo”, César Pop o
Alejandro “Boli” Climent, todos ellos del entorno más cercano del productor así
como de los otros músicos antes citados. Éstos aportan solidez junto a una
sonoridad cruda a la vez que exquisita dirigida por el propio Carlos Raya junto
al también excelente Joe Blaney, encargado en este caso de la grabación. El
resultado: telecaster afiladas, bases de hammond que permiten apoyar el resto
de instrumentos, baterías contundentes y matices de vientos con los que Leiva
ha querido identificarse desde que iniciase su carrera en solitario (aunque en
esta ocasión tienen algo menos de presencia).
El disco arranca con la potente “El último incendio” a modo de declaración de intenciones con ecos al rock argentino de corte más clásico. “Guerra Mundial” es uno de los temas más logrados con una letra desgarradora y una sonoridad que recuerda inevitablemente al “Sgt. Peppers”. “Sincericidio” es una clásica composición del madrileño con ecos del oeste que le sientan más que bien y un estribillo muy radiable, pero a mi parecer con menor trascendencia en el conjunto salvo por su condición de single. “Breaking Bad” tiene desde su inicio aires de M Clan tirando hacia el soul que éstos dominan y nos conduce de forma agradable hasta “Dejándose caer”, un tema delicado, algunos dicen que excesivamente comercial, pero a mi parecer tremendamente efectivo con otra de las letras más intensas del disco y ese silbidito que no se te va de la cabeza. “La lluvia en los zapatos” tiene un riff interesante pero termina en un estribillo demasiado manido en la carrera de este artista que aporta poco nuevo a pesar de tener imágenes muy atrayentes rondando en la letra.
La
segunda parte del disco se abre con “Hoy tus ojos”, que recuerda a los últimos
trabajos de Deluxe con predominio de los metales que marcan el riff de la
canción. “Monstruos” es más personal e introspectiva y da paso al mejor tema de
los doce que componen el álbum. “Electricidad” empieza como susurro para
explotar en un grito eléctrico infalible. Es un momento mágico a la par que
desgarrado que crece y crece ahogándose en un abrupto final. Extasiados llegamos
a “Medicina”, con un riff inicial muy del estilo de Raya. Una canción cargada
de rabia pero que se asimila fácilmente por ser un rock ligero de los que Leiva
domina. “San Sebastián – Madrid” podría estar firmada perfectamente por Iván
Ferreiro tanto por su forma de cantar como por el tipo de letra y sobretodo por
la forma de afrontar los puentes. El ritmo baja y se distancia de la
contundencia del resto del disco, pero se agradece debido a que hasta este
momento final apenas ha habido descanso. El disco se cierra con “Palermo no es
Hollywood”, otro tema delicado y emocionante haciendo referencia constante a
Buenos Aires y el rock argentino. Con canciones así yo también echo de menos
ese país y su música sin conocerlo en primera persona, por lo que en el caso de
Leiva, que le debe mucho a su experiencia argentina en los tiempos de Pereza,
este tema le sienta genial y supone un broche fantástico para un disco notable (recordemos
que fue en Argentina donde se juntó con Xoel López, Iván Ferreiro y Quique
González en el proyecto “Laboratorio Ñ”, por lo que podemos entender algo de su
influencia sonora).
“Monstruos”
evidencia así que Leiva deja a la vista sus influencias sin ningún pudor y las
transforma para dar vida a sus canciones. Que admira a estos músicos que tiene
cerca y que aprende de ellos para forjar una carrera que cada vez es más
coherente. Poco se le puede reprochar a un disco tan sincero como éste.