jueves, 29 de septiembre de 2016

Monstruos

El pasado día 21 de septiembre "El Giradiscos" publicaba mi reseña sobre el nuevo y más logrado disco de Leiva. Se trata de "Monstruos", un manual para exorcizar esos fantasmas que parece que persiguen al músico madrileño, pero que le colocan en su mejor momento creativo dando de pleno con un disco muy creíble y de factura impecable, a pesar de no enseñarnos nada que no conozcamos. Os invito a que lo degustéis como se merece y dejéis que os atrape como lo ha hecho conmigo. Aquí os dejo mis impresiones:




Empezaré dejando claro que “Monstruos” es un gran disco, el mejor de los tres publicados hasta ahora por el músico madrileño. Pero al escucharlo no paran de venirme multitud de referencias musicales de las que bebe Leiva, que él mismo sabe reinterpretar y que le sientan como un guante, pero evidentemente no nos descubre nada nuevo. Leiva es un artista polifacético, domina varios instrumentos, conoce profundamente el rock de los sesenta y setenta y sabe escribir melodías contundentes y directas. Parte de esto ya se podía vislumbrar en su época con Pereza que le acercó al gran público y le abrió un hueco entre músicos de referencia en nuestro país. Y de esos músicos supo empaparse de múltiples enseñanzas y matices para dar a luz unas composiciones propias precisas, muy inspiradas a veces, pero que siempre nos recuerdan a alguien. Leiva les imprime estilo propio, sobretodo gracias a su voz inconfundible, pero no ocultan sus referencias.

“Monstruos” sigue esa línea. Desde los primeros acordes de “El último incendio” nos vienen a la cabeza nombres como Quique González, M Clan, Iván Ferreiro, Deluxe e incluso The Beatles. Y lo bueno es que sabe sacar lo mejor de estas influencias y a la vez hacerlas suyas. Tal vez me recuerde a Lenny Kravitz, un músico de los pies a la cabeza, que domina gran cantidad de instrumentos así como métodos de grabación y producción pero que siempre ha sido criticado por sonar a otros. Pero eso no es malo, Lenny Kravitz ha escrito canciones esenciales del rock de los ’90 y tiene una personalidad arrolladora. Algo así me pasa con Leiva. También sabe defenderse muy bien con muchos instrumentos, es de hecho un músico obsesivo con los detalles y la producción y suena a otros sin perder su gran personalidad.

Dicho esto habría que centrarnos en el disco que nos ocupa, que como apuntaba al principio es el mejor de su primera “trilogía” en solitario, ya que según Leiva cierra con este “Monstruos” un camino que empezó con “Diciembre” y siguió con “Pólvora”. Estos discos también tuvieron momentos inspirados (tal vez más redondo quedó “Pólvora” gracias al buen hacer de Carlos Raya y a dejar entrar a otros músicos a participar en la grabación del mismo), pero con “Monstruos” se crece para firmar un disco que, sin aportar demasiados aspectos novedosos, reafirma a Leiva como un músico imprescindible del rock en castellano y convence plenamente con una propuesta equilibrada. Para esto ha tenido mucho que ver que deje las riendas de la producción totalmente a Carlos Raya, que domina este oficio y que también imprime un carácter muy personal a los discos que produce. Así es normal que “Monstruos” suene por momentos al rock de Quique González o M Clan, músicos producidos por Raya, aunque en el estilo compositivo tal vez se acerque más esta vez a Iván Ferreiro. Sabemos que son buenos amigos y que comparten una manera similar de entender la música, pero en esta ocasión Leiva suena mucho más Ferreiro que en ningún otro momento, sin lograr sus inspiradas letras, pero sí sus giros y tonalidades sonoras. También destaca del disco su poderío instrumental, cediendo protagonismo esta vez al mismo Raya a las guitarras junto a José “Niño” Bruno, Iván González “Chapo”, César Pop o Alejandro “Boli” Climent, todos ellos del entorno más cercano del productor así como de los otros músicos antes citados. Éstos aportan solidez junto a una sonoridad cruda a la vez que exquisita dirigida por el propio Carlos Raya junto al también excelente Joe Blaney, encargado en este caso de la grabación. El resultado: telecaster afiladas, bases de hammond que permiten apoyar el resto de instrumentos, baterías contundentes y matices de vientos con los que Leiva ha querido identificarse desde que iniciase su carrera en solitario (aunque en esta ocasión tienen algo menos de presencia).


El disco arranca con la potente “El último incendio” a modo de declaración de intenciones con ecos al rock argentino de corte más clásico. “Guerra Mundial” es uno de los temas más logrados con una letra desgarradora y una sonoridad que recuerda inevitablemente al “Sgt. Peppers”. “Sincericidio” es una clásica composición del madrileño con ecos del oeste que le sientan más que bien y un estribillo muy radiable, pero a mi parecer con menor trascendencia en el conjunto salvo por su condición de single. “Breaking Bad” tiene desde su inicio aires de M Clan tirando hacia el soul que éstos dominan y nos conduce de forma agradable hasta “Dejándose caer”, un tema delicado, algunos dicen que excesivamente comercial, pero a mi parecer tremendamente efectivo con otra de las letras más intensas del disco y ese silbidito que no se te va de la cabeza. “La lluvia en los zapatos” tiene un riff interesante pero termina en un estribillo demasiado manido en la carrera de este artista que aporta poco nuevo a pesar de tener imágenes muy atrayentes rondando en la letra.

La segunda parte del disco se abre con “Hoy tus ojos”, que recuerda a los últimos trabajos de Deluxe con predominio de los metales que marcan el riff de la canción. “Monstruos” es más personal e introspectiva y da paso al mejor tema de los doce que componen el álbum. “Electricidad” empieza como susurro para explotar en un grito eléctrico infalible. Es un momento mágico a la par que desgarrado que crece y crece ahogándose en un abrupto final. Extasiados llegamos a “Medicina”, con un riff inicial muy del estilo de Raya. Una canción cargada de rabia pero que se asimila fácilmente por ser un rock ligero de los que Leiva domina. “San Sebastián – Madrid” podría estar firmada perfectamente por Iván Ferreiro tanto por su forma de cantar como por el tipo de letra y sobretodo por la forma de afrontar los puentes. El ritmo baja y se distancia de la contundencia del resto del disco, pero se agradece debido a que hasta este momento final apenas ha habido descanso. El disco se cierra con “Palermo no es Hollywood”, otro tema delicado y emocionante haciendo referencia constante a Buenos Aires y el rock argentino. Con canciones así yo también echo de menos ese país y su música sin conocerlo en primera persona, por lo que en el caso de Leiva, que le debe mucho a su experiencia argentina en los tiempos de Pereza, este tema le sienta genial y supone un broche fantástico para un disco notable (recordemos que fue en Argentina donde se juntó con Xoel López, Iván Ferreiro y Quique González en el proyecto “Laboratorio Ñ”, por lo que podemos entender algo de su influencia sonora).

“Monstruos” evidencia así que Leiva deja a la vista sus influencias sin ningún pudor y las transforma para dar vida a sus canciones. Que admira a estos músicos que tiene cerca y que aprende de ellos para forjar una carrera que cada vez es más coherente. Poco se le puede reprochar a un disco tan sincero como éste.


jueves, 8 de septiembre de 2016

La Mutación definitiva

El concierto que Bunbury ofreció en la capital aragonesa en su reciente "Mutaciones Tour" todavía resuena en mi cabeza. Aquí os dejo la crónica completa que escribí para "El Giradiscos" publicada el martes 6 de septiembre. Espero que la disfrutéis:


El pasado sábado quedará marcado para muchos zaragozanos como una fecha difícil de olvidar. Había leído muchas cosas sobre el “Mutaciones Tour” de Bunbury y podía parecer que ésta sería la gira definitiva del músico zaragozano.

Acudí al Pabellón Príncipe Felipe de mi ciudad expectante y deseoso de ver el espectáculo que tenía preparado nuestro artista más internacional, pero a la vez tenía ciertas dudas por si el concierto no cumplía con todas las expectativas creadas. Desde que puse un pie dentro del pabellón se palpaba un ambiente de nerviosismo. Dos horas antes del concierto ya había un considerable aforo y quedaba más que claro que lo que veríamos esa noche iba a ser algo importante. He presenciado muchos conciertos de Bunbury en Zaragoza, en todas sus etapas y mutaciones solistas, pero confirmo que esta vez el “artista equilibrista” ha sido verdaderamente profeta en su tierra. Pudimos verle disfrutar como casi nunca, con menos tensión, seguro de que estaba ofreciendo un suculento menú para todos los allí presentes. Estoy convencido de que por esta noche Bunbury no se sintió “extraño en su tierra” y todos comulgamos en una especie de espiral colectiva de camaradería, emoción y empatía. Ocho mil almas unidas como un “Santo Inocente” más. Todas y cada una de las canciones interpretadas se recibieron con fervor y euforia. Creo que nunca antes había sentido Bunbury esa comunión con su público en casa, ni siquiera en la reunión con Héroes del Silencio del 2007. Efectivamente éste era su momento y “Mutaciones” su gira definitiva.



El setlist estuvo diseñado a la perfección para no dejar prácticamente fuera ninguna parada en su discografía. Y casi en equilibrio sonaron temas de Héroes del Silencio, del Huracán Ambulante y de su actual formación “Los Santos Inocentes”, que por cierto, sonaron como una auténtica apisonadora: Arrolladores a la par que precisos. Una interpretación medida al milímetro y llena de garra que no dejó indiferente a nadie. Sinceramente “Los Santos Inocentes” demuestran que son el mejor grupo que Bunbury puede tener. Capaces de transformar cualquiera de sus movimientos musicales y acercarlos a un rock áspero por momentos, castizo en ocasiones y muy elegante en el conjunto que le sienta como anillo al dedo a mi paisano.


Desde el arranque previsto con “Iberia Sumergida” hasta el perfecto cierre con “…Y al final” no hubo un momento para el descanso. El nivel estuvo muy alto durante las dos horas que duró el concierto y el público se entusiasmó tanto con “Avalancha” como con “El Extranjero” a partes iguales. Con una escenografía sobria, pero acompañada de una excelente iluminación y ante todo una sonoridad apabullante, destacaron la grandiosa “Despierta”, la efectiva “Lady Blue”, la explosiva “El hombre delgado que no flaqueará jamás”, la emotiva “Más alto que nosotros sólo el cielo”, la contundente “Los Habitantes” o la desgarradora “De todo el mundo”. Aunque también podría hablar maravillas de “El Camino del exceso”, con la que soltó su rabia y mostró su faceta más descarada, o “Maldito Duende”, en la que se dio un baño de masas lanzándose a las primeras filas. La verdad es que no se le puede poner ninguna pega a la elección del repertorio ni a la entrega de artista y público. Sólo un par de cosas mejorables: hubiera estado bien salirse un poco del guión y estirar esas dos horas exactas de espectáculo, dedicando alguna que otra palabra a los allí congregados o incluso regalando alguna canción no esperada como hiciera con “Puta desagradecida”. Y lo que sí que creo que debería haber hecho es despedirse abrazado a su banda. Si de verdad “Los Santos Inocentes” son algo más que una banda de acompañamiento (de hecho ahí está Ramón Gacías que lleva con él la friolera de 20 años) debería decir adiós junto a todos ellos y no marcharse con pose divina mientras terminan los últimos acordes de “…Y al final”, dejando a los seis “Santos Inocentes” despedirse de su público sin el verdadero protagonista, que a la vez sería mucho menos sin estas 12 manos que le acompañan. Tan sólo ésto sería criticable, pero está claro que el “Mutaciones Tour” es la mejor gira del artista maño que haya realizado hasta la fecha, por delante de “Las Consecuencias”, que hasta ahora era para mí era la más redonda. Y también queda constatado que el 3 de septiembre de 2016 será una fecha histórica para todos los zaragozanos que amamos la música y creemos en el artista más reconocible y auténtico de los nacidos a orillas del Ebro.


viernes, 2 de septiembre de 2016

Empezar de nuevo

Como cada Septiembre toca volver a empezar con las pilas cargadas. Un nuevo curso que se vislumbra difícil, pero seguro intenso en todos los sentidos. Y para llegar hasta aquí con toda la energía posible no ha habido mejor terapia que un verano dando vueltas alrededor de los escritos paracaidísticos de Andrés Calamaro, que me han descubierto una faceta mucho más cercana del artista argentino. También he aderezado el verano con buenas dosis de Jason Bourne, Cazafantasmas y superhéroes decepcionantes, algún que otro kilómetro recorrido en bici para contrarrestar la aburrida edición del último Tour de Francia, buenas dosis de olimpismo televisivo y, como no, mucha, mucha música.

No quiero hacer una enumeración de todos los discos con los que he pasado horas y horas (principalmente nocturnas) de los últimos dos meses, pero no está de más citar algunos que no dejan de sorprenderme cada vez que los escucho como "El Último Hombre en la Tierra" de Coque Malla, "La Fe Remota" de Fabián, "Cambio de Piel" de Bebe, "Orden Invisible" de Eladio y los Seres Queridos o el grandioso y ya clásico en menos de un año "Me mata si me necesitas" de Quique González.

Además de estos discos patrios también he vuelto a perderme por los surcos de "Drones" de Muse, "Lazaretto" de Jack White, "Getting away with it" de James, "Back to Black" de Amy Winehouse (había que rendirle tributo en el quinto aniversario de su desaparición), "Rythm & Repose" de Glen Hansard, "Codes & Keys" de Death Cab for Cutie, "Blackstar" de David Bowie o "A Head Full of Dreams" de Coldplay; este último uno de los discos que más he escuchado en los últimos meses desde que viera el espectáculo de la última gira de los británicos el pasado mes de mayo en Barcelona (y es que no puedo quitármelo de la cabeza!!).

Así que aquí estoy, con la cabeza llena de sueños y canciones. Dispuesto a empezar de nuevo. A dejarme llevar... Nos vemos (por aquí o por ElGiradiscos).