Esta semana vuelven U2 a España para presentar su más
reciente disco “Songs of Innocence”. La última visita del grupo fue con motivo
de su gira “360º Tour” y ahora le toca el turno a “Inocence + Experience (I+e)
Tour”. Además esta vez la cita se multiplica por cuatro, ya que el grupo
irlandés dará cuatro conciertos en el mítico Palau Sant Jordi de Barcelona.
Atrás quedan los grandes espectáculos al aire libre que ofrecieron en los
tramos europeos de sus dos últimas giras. Ahora se intenta volver a la cercanía
de las “Arenas” o recintos de capacidad media donde el grupo derrochará
igualmente espectacularidad y grandes dosis de magnetismo a distancias algo más
cortas.
El motivo de publicar esta entrada es que por primera vez no
me importa demasiado perderme estos conciertos de la banda. Y no es porque no
me guste su disco “Songs of Innocence”, que me encanta, si no porque
últimamente los grandes conciertos de estos u otros artistas de su calibre se
han convertido en un circo de muy difícil acceso para el común de los mortales
debido a la imposibilidad de conseguir entradas, lo que te obliga si quieres
asistir a los conciertos a buscar acceso desde la reventa con precios
prohibitivos nada lógicos. No sólo es casi imposible conseguir entradas por la
vía ordinaria cuando se lanzan a la venta las mismas, si no que después se puede ver que
muchos de los asistentes a estos conciertos son personalidades públicas que
apenas conocen a los grupos en cuestión o gente con “demasiado” dinero como
para acudir al evento si no es con la única intención de atesorar una entrada con la que
presumir en el futuro. ¿Cómo puede ser que se otorguen grandes cantidades de
estas entradas a empresas que después se dedican a revenderlas por precios muy
superiores o con paquetes de concierto+hotel, por poner algún ejemplo? Este
tipo de estrategia comercial para los grades eventos me indigna, pero más allá
de todo esto, esta vez no he conseguido que brote en mí la necesidad de volver
a ver a Bono y compañía, ya que aún sabiendo que el espectáculo estará a la
altura, creo que no van a ser capaces de ofrecer demasiado nuevo a sus
seguidores. “Innocence + Experience Tour” es la primera de las giras de los
irlandeses en la que no he indagado apenas tras su anuncio y creo que es porque
no ofrecerá nada que no hayamos visto antes en sus conciertos a pesar de
anunciar un espectáculo interactivo con una pantalla central que se despliega a
lo ancho en los recintos en los que actúan cada noche. Pase lo que pase con “Innocence
+ Experiece Tour” nunca podrá llegar a impresionar como lo hicieron sus míticas
giras “ZooTV” y “Zooropa” o el experimento grandilocuente de “Popmart” (a pesar
de que en su día recibiera tantas críticas). Creo que tampoco podrá acercarse
tanto a sus seguidores como lo consiguieron en el “Elevation Tour” y quién sabe
si logrará la total comunión con su público como ocurrió en sus más recientes experimentos como “Vertigo Tour”
(realmente impactante aunque ya sin muchas novedades) o “360º Tour” (a mi
parecer algo excesivo).
Las giras de U2 siempre serán intensas y destacables, pero
su repertorio, que no puede permitirse obviar a los clásicos, es quizá
demasiado predecible salvo por un par de sorpresas fuera de lo común en cada
nueva gira, Y esto no significa que su repertorio no sea efectivo y potente,
que lo es, pero la lástima es que no es arriesgado y carece de la magia que
tiene cuando se disfruta de su directo por primera vez. Y es que de sus últimas
grandes giras destacan precisamente los momentos menos esperados como “Ultraviolet”
en los conciertos de 2009, “The Fly” en el 2005 o “Bad” en el 2001. ¿Cuál será
esta vez la sorpresa en su repertorio más allá de “With or Without you”, “Where
the Streets Have no Name” o “Pride (In the Name of Love)”? Todas ellas necesarias cada noche, pero
demasiado perfectas como para impresionar. U2 es una banda gigante, increíble
en sus directos y demoledora en sus propuestas escénicas, pero ya no es una
banda fresca e impredecible, lo que deja en el fondo un pequeño sabor agridulce
que tal vez justifique mi falta de motivación para haber disfrutado de su
directo una vez más.
Cuando termino de escribir esta entrada estará acabando el
primero de los conciertos de los irlandeses en el Palau Sant Jordi y
seguramente los afortunados asistentes habrán disfrutado de lo lindo con su
gran pantalla, la extravagancia de Bono o la infinidad de guitarras paseadas
por el escenario por The Edge. Todo el mundo se habrá emocionado con “One” o habrá levantado el puño con “Sunday Bloody Sunday”, pero ¿qué
podrán contarnos todos aquellos que regresen a sus casas después del concierto
de novedoso o inesperado?
A pesar de todo lo dicho, he de reconocer que algo de
envidia sana sí que siento por los que tengan en su mano una de las 72.000
entradas disponibles para ver este espectáculo. Para qué negarlo.