martes, 28 de octubre de 2014

"Rock and Roll Revolution" o la revolución argentina

Creo que no está fuera de lugar afirmar que Fito Páez es uno de los artistas más interesantes del rock en nuestro idioma. Y digo del rock porque para el artista argentino el rock es una forma de vida, una actitud, la manera de afrontar cada uno de sus proyectos en los que pone toda su alma y corazón.

Fito Páez acaba de volver a sorprendernos con otro álbum clásico de nombre “Rock and Roll Revolution”. Un álbum de actitud rock y de musicalidad ecléctica. Sorprende por la forma de contar cada una de sus historias, desde la sinceridad y el yo más auténtico, y vuelve a confirmarnos que Fito Páez es un artista mayúsculo, que apuesta siempre alto en cada una de sus propuestas y que es incansable, que sabe ofrecer a su público obras de altura en cortos periodos de tiempo. La pena es que Fito Páez sea un artista que pasa casi desapercibido en España. Sus discos nos llegan siempre tarde y muchos de sus seguidores tenemos que recurrir a los encargos de importación si queremos estar al día de sus lanzamientos. Además Fito Páez es tan prolífico que su obra no deja tiempo para el tedio y obliga a sus seguidores a estar siempre atentos a los nuevos giros de su autor. Hay pocos músicos que ofrezcan 10 discos en los últimos 10 años y todos ellos de calidad más que notable. Hay pocos artistas que lleven más de 30 años de carrera y no paren de buscar nuevos retos con propuestas arriesgadas y cambios interesantes, que estimulan el afán por el descubrimiento y la búsqueda a todos sus seguidores.


Así es Fito Páez: Un amante de la actitud rock. Un artista desafiante, sin pelos en la lengua, con ganas de comerse una vez más el mundo. Un músico que siempre da más, que nunca se conforma, que sabe lo que le gusta a sus seguidores. Pero sigue siendo una lástima que sus lanzamientos, siempre en la vanguardia del “saber hacer”, queden olvidados en los medios musicales especializados de nuestro país. ¿Es que no queremos ver más allá de nuestras narices? Argentina nos regala mucho más que Andrés Calamaro (que merece todos mis respetos como ya he mostrado en más de una ocasión) y España no se da cuenta. ¿Cuántos artistas argentinos han sido ignorados en nuestras fronteras? Artistas revolucionarios como Charly García, transgresores como Luis Alberto Spinetta, clásicos como Juan Carlos Baglietto, e inconformistas como el protagonista de esta reseña. Muchos de estos nombres son ninguneados a este lado del Atlántico y esa es la triste noticia: que artistas que brillan con luz propia, con carreras soberbias, caigan en el olvido en nuestro país. ¿Cómo es posible que hablemos de rock en castellano sin entender la relevancia artística de Charly García? A veces me parece que pecamos de ignorancia creyéndonos “los reyes del mambo”. Pues estamos muy equivocados. El rock español necesita mirar más hacia Argentina, aprender de un país que experimentó con el rock sinfónico mucho antes de que aquí supiéramos quiénes eran Sui Géneris, por poner un ejemplo. Debemos aprender de un país que entiende el rock como una actitud, tal y como demuestra Charly García (a pesar de que ahora pueda parecer una caricatura de sí mismo), de un país que valora el riesgo y el buen hacer de artistas exigentes como ha sido el caso de los desaparecidos Spinetta o Cerati. En definitiva, debemos estar abiertos y aprender y, sobre todo, dejar de mirarnos el ombligo.

El caso es que Fito Páez ha vuelto a dar en la diana, como ya hiciera con las melodías pop de “Yo te Amo” o “Confiá”, con el clasicismo de “Moda y Pueblo” o “Rodolfo”, con la irreverencia de “El Sacrificio”, con su moderna revisión de los clásicos en “Canciones para Aliens”… Y eso que solo estoy hablando de sus últimos lanzamientos. Porque si me voy más atrás, cuando Fito lanzaba los clásicos “El Amor después del Amor” o “Circo Beat”, cuando renovaba la canción de autor-progresiva con “Abre”, cuando golpeaba la música latina para transformarla en pop con “Tercer Mundo”, cuando rasgaba las guitarras con dureza hasta sangrar en “Naturaleza Sangre” o cuando renovaba el espíritu del mismísimo Sabina con “Enemigos Íntimos”, el artista argentino nos da una lección de cómo entender la música, de cómo hacer de este arte una forma de vida. Por eso digo que debemos aprender más de ese país y de sus artistas, debemos escuchar más su música, y para eso podemos empezar por este “Rock and Roll Revolution”. 

Nunca es demasiado tarde para ponerse en marcha…



lunes, 27 de octubre de 2014

El frío de Futurology

Hablar de Manic Street Preachers es sinónimo de riesgo. Los galeses son una banda fiel a unos principios inquebrantables que se basan en la exigencia y el saber hacer. Ofreciendo siempre a sus seguidores discos más que notables que obedecen a sus verdaderos impulsos, a pesar de que en ocasiones éstos no sean del agrado de todos.

“Futurology” llegó como un disco que parecía volver a sus orígenes tras un “Rewind the Film” más reflexivo y suave. Su primer single “Walk me to the Bridge” sonaba como sus mejores clásicos, rompiendo con su disco anterior y apostando de nuevo por unas guitarras más afiladas y una pose deudora de sus mejores tiempos. Pero después de un mes degustando este nuevo disco me quedo con una sensación fría. Prometía mucho, pero se ha quedado a medias. Con uno de los mejores arranques de toda su carrera (encadenando el tema que da título al disco y “Walk me to the Bridge”, que acabo de mencionar), el disco pierde credibilidad a partir de ese momento y tan solo brillan un par de temas más. Definitivamente se diluye la esperanza de encontrar un disco digno sucesor de aquel “Everything must Go” que tan buenos resultados les deparase allá por el año 1996. “Futurology” se aleja del riesgo de “Rewind the Film” y asume otros, pero que, a mi entender, no han sabido aprovechar. ¿Dónde está el sonido clásico de “Postcards from a Young Man”, el descaro de “Know your enemy”, la crudeza de “The Holy Bible”, el sentimiento de “This is my Truth, tell me yours” o las reminiscencias pop de “Lifeblood”? ¿Manic Street Preaches prometían algo grande? Tal vez yo esperaba eso, pero este disco se ha quedado muy lejos, aunque como en todos los trabajos de la banda haya momentos muy interesantes.


Como he dicho, el arranque de “Futurology” es muy acertado, con la presencia de guitarras afiladas y voces que resuenan como en sus mejores momentos. El single prefecto llega de la mano de “Walk me to the Bridge” (me atrevería a decir que es su mejor sencillo desde mediados de los ’90). Pero el disco comienza a decaer con “Let’s go to War”, que por momentos suena cómico o facilón. Otro de los buenos momentos que contiene el álbum es “The Next jet to leave Moscow” con una melodía muy acertada a pesar de su inicio desconcertante, pero que termina ofreciendo una sonoridad en la línea de los primeros temas más acertados ya citados. En mi opinión, una de las mayores decepciones es el segundo tema utilizado como single “Europa Geht Durch Mich”, un rock industrial y machacón cuya frase que lo titula y se repite en el estribillo no se te va nunca de la cabeza (¿tal vez fuera esa su intención?). Otro patinazo claro del disco es “Sex, Power, Love and Money”, cuya dureza y repetición enlaza con la instrumental “Hugheskova”, en la línea del citado rock industrial de origen alemán sin ofrecer nada nuevo. He saltado en mi comentario “Divine Youth” para enlazar estos tres temas de sonido similar, y es que este medio tiempo queda frío entre los temas citados. Un dúo delicado y preciosista, pero lejos de la profundidad de “Rewind the Film” y, a la postre, entre temas machacones y netamente industriales.

“Black Square” es otro de los temas destacados del disco que podría formar parte del espíritu de “This is my Truth, tell me yours”. Le sigue otro con sonido clásico de los Manic, aunque suavizado con ciertos toques electrónicos bien medidos, como es “Between the Clock and the Bed”, y “Misguised Missile”, que supone una vuelta a los bajos marcados y los riffs recurrentes con un estribillo poderoso que recuerda a “Know your enemy”. “The View from Stow Hill” es un tema tranquilo que anuncia la despedida, aunque cueste encajar la caja de ritmos demasiado plana. Y el cierre vuelve a ser un tema instrumental como “Mayakovsky”, que puede recordar a las clásicas bandas sonoras del Oeste pero con filtro galáctico.

En la edición especial se recogen tres temas extra: “Blistered Mirrors”, que pasa más o menos desapercibido, “Empty Motorcade”, que recuerda al sonido épico de los primeros Manic con un estribillo deudor de su debut “Generation Terrorist”, aunque le sobran los  aportes de sonido disco que pueden decepcionar (éste es quizá el único de los tres que podría haber entrado en la selección final si se mejorase la producción), y “The Last Time I saw Paris”, un divertimento musical con francés incluido cuya base musical es más sólida que el resultado melódico.


Esto es “Futurology”: Un álbum frío, como su portada, que prometía mucho más al escuchar su tema de avance, el acertadísimo “Walk me to the Bridge”. Un disco que hacía pensar que Manic Street Preachers volvían al sonido que les llevó a lo más alto a mitad de los ’90 tras escuchar su arranque, pero que se queda a medias. Tal vez sea un disco para un público demasiado exigente, para sus fans más experimentados, pero a mi me resulta a ratos provocador, a ratos indigesto, a veces aburrido y en escasos momentos brillante. Eso sí, Manic Street Preachers volverán a la carga con otra vuelta de tuerca. Gustarán más o menos, pero seguirán demostrando ser un grupo sólido y bien armado cuyos principios responden fielmente a unos impulsos bien gestionados, basados en el riesgo, la valentía, la firmeza y la solidez por encima de todo. No nos olvidemos: hay pocos grupos como ellos.


jueves, 16 de octubre de 2014

God Save The Queen

La resaca de las fiestas del Pilar ha llegado a su fin y la vuelta a la normalidad es un hecho. Pero antes de pasar página me gustaría dejar para el recuerdo dos momentos musicales destacados de estos días.

El primero es el breve pero intenso concierto de Sidonie en la Plaza del Pilar. Sus descargas de potencia y golpes certeros volvieron a convencerme a pesar de que el concierto me dejó con ganas de mucho más. Destacaría los cañonazos siempre convincentes de "La Sombra", " El Incendio", "A mil años Luz" o su nuevo clásico "Sierra y Canadá", así como la sorpresa con histeria incluida en la poderosa interpretación de "Un día de Mierda" y la sencilla pero impecable " En mi Garganta".

El segundo momento para recordar es el homenaje a Queen ofrecido por los argentinos God Save the Queen. Sencillamente impresionante e imprescindible para todo amante de la banda de Freddie Mercury que deslumbró a propios y extraños durante los años '70 y '80. Cierto que nunca he sido amante de las bandas-tributo (con la excepción de mis queridos Green Apples), pero lo de este grupo es un espectáculo único. Se podría decir que durante las dos horas que dura el show consiguen resucitar al mismísimo Freddie Mercury dejando intacto el espíritu de Queen en su mejor momento.


God Save the Queen cuidan todos los detalles: la iluminación sacada de las giras de los primeros '80, la precisión en la interpretación vocal e instrumental de cada tema rescatado, la vestimenta exacta a la original (gran detalle el de tener en cuenta hasta los cortísimos pantalones amarillos que John Deacon vestía en Wembley '86) e incluso el parecido físico (increíble en el caso de Pablo "Mercury" Padín). Pero no solo es memorable por cuidar este tipo de detalles. El concierto se convierte en un regalo para todo el que aprecie la música del mítico grupo y se podría decir que por momentos uno piensa que está viendo al cuarteto original en directo, poniendo todo el empeño en rescatar sus mejores temas, tal y como si hubieran vuelto a la carga después de un pequeño retiro. Los clásicos se suceden ("Another One Bites the Dust", "A Kind of Magic", "Somebody to Love", "Bohemian Rhapsody" y un largo etcétera), pero también sorprenden por dejar espacio a algún tema menos esperado como "Fat Bottomed Girls", los nunca interpretados en directo por la banda original como "The Show must go on" o "I Want it All" e incluso alguna rareza para los más entendidos como "My Melancholy Blues". Y para el final nos deleitan con un calco de la despedida que el grupo ofrecía en sus espectáculos con el trío de encadenados "We Will Rock You", "We are the Champions" y "God Save the Queen" (con capa y corona incluidas), aunque después de estas tres aún queda tiempo para otra sorpresa como "Don't Stop me Now", una joya que sirve de perfecto broche final. Eso sí, no puedo dejar de destacar la mágica interpretación de dos clásicos inmortales como son "Under Pressure" y "Radio Ga Ga", a mi parecer los mejores momentos de la noche.


Sin duda alguna acercarse a este tributo es abrir de nuevo los brazos a una de las bandas más grandes del rock de la historia y a uno de los solistas con más carisma y voz que hayamos podido encontrar. God Save the Queen cumplen con su cometido y te trasladan a un concierto cuasi perfecto para todo aquel que, como yo, haya soñado alguna vez con haber asistido a un concierto de Queen. Es como estar en el cielo.