martes, 28 de mayo de 2013

Un curso con mucha "historia"

Hoy ha sido día de evaluaciones en el I.E.S. Juan de Lanuza de Borja. En este blog no hablo de trabajo, pero quería expresar desde el mismo lo gratificante que ha sido un curso como este en el que he podido compartir con casi 70 alumnos la asignatura de Historia de España de 2º de Bachillerato. Y digo compartir porque con ellos he disfrutado del placer de contar la historia y de aprender de ella.

Ninguna vez había sido tan actual el estudio de la historia de los dos últimos siglos de nuestro país como hasta ahora. Hablamos de crisis, de corrupción, de desconfianza en nuestros políticos... y nos damos cuenta de que tristemente la historia se repite, que como seres humanos volvemos a encontrarnos con los mismos problemas. Y eso asusta, o mejor dicho, eso inquieta, y nos lleva a querer conocer y labrarnos un sentido un poco más crítico con nuestro pasado y a construir un futuro un poco más sólido.

Igual que les decía a mis alumnos los últimos días de clase antes de que se enfrenten a las "temidas" pruebas de selectividad: es más que gratificante poder ver que la historia nos enseña a valorar el presente y a aprender de todo lo vivido. Y todavía es más gratificante si se hace con un grupo de personas tan válidas e interesadas por conocer lo que es suyo y valorar lo cercano para comprender el presente y plantearse así su camino futuro.

Muchas gracias por hacerme disfrutar de este curso. Muchas gracias por permitir adentrarme sin cortapisas en nuestra historia. Un placer.

lunes, 27 de mayo de 2013

Confesiones desde la "zona sucia"

Siempre ha sido para mi un regalo dejarme llevar por un concierto de Iván Ferreiro. Imprime ese aire de pasión en todas sus interpretaciones y te arrastra por donde desea en cada momento. El pasado sábado volví a caer rendido a sus pies con el fin de gira de presentación de su disco recopilatorio en directo  “Confesiones de un artista de mierda”. Con ese título tan provocativo podría haber resultado una velada para el olvido, pero nada más lejos de la realidad. La mayoría de los presentes nos dejamos llevar en el concierto por el buen hacer de este artista gallego que cargó sus dardos acompañado de unos modestos teclados y de la inestimable ayuda de su hermano Amaro a la guitarra.

Pudimos ver interpretaciones llenas de dualidad y provocación como ocurrió en “Tristeza”, confesiones cargadas de honestidad y dramatismo como en “Extrema pobreza” y sobretodo pudimos cantar a todo pulmón grandes temas rescatados de su mágica etapa al frente de Piratas como “El equilibrio es imposible”, “m”, “Promesas que no valen nada”, “Inerte”, “Años 80” o “Mi coco”. Estas canciones siguen dejándome sin palabras, simplemente extasiado al dejarme llevar por el torrente de emotividad que destila en sus interpretaciones.

Tampoco quiero dejar pasar los pequeños regalos que nos dejó Iván al interpretar algunas versiones como “Vidas cruzadas” de Quique González, “Tierra” de Xoel López o la siempre presente “Insurrección” de El Último de la Fila, coreada por todo el público como es habitual en sus directos desde hace más de 15 años.

Insisto, una vez más consiguió desatar mis más profundos “secretos deseos”, como diría en una de sus canciones, y me hizo descubrir con más claridad lo que definió como “la zona sucia” de su repertorio, la zona más “oscura” y “negativa” de ese mundo de canciones enredadas y sombrías que nos dejan un dulce sabor amargo.

Ironía, emoción, crudeza, empatía con su público, provocación... todo eso es Iván Ferreiro. Por ahora me quedaré esperando su nueva colección de canciones, que avisó que llegaría pronto y que seguramente conseguirá volver a atraparme como siempre logra conmigo.



martes, 14 de mayo de 2013

El cine que abre puertas...

En estos últimos días he tenido el placer de dejarme acariciar por tres intensas y conmovedoras películas. Me gusta disfrutar del buen cine en todos sus estilos, pero sobretodo valoro el cine que nos ofrece grandes historias, cargadas de emotividad y “saber hacer”.

Ya he comentado en alguna ocasión que no me considero para nada un experto en cine, pero sé cuáles son las películas que me gusta ver, y en la última semana he podido emocionarme con “Take Shelter”, sentirme mucho más enérgico y vital gracias a “Mi nombre es Harvey Milk” o disfrutar del compromiso por la verdad y la historia con “El Desafío: Frost/Nixon”. Estas tres películas son muy diferentes entre sí, pero todas altamente recomendables desde mi punto de vista.

Con “Take Shelter” he podido acercarme a la incertidumbre y el desasosiego que provoca la esquizofrenia y con ello he experimentado como los miedos que se esconden en nuestro interior son nuestra más terrible pesadilla. Es increíble la interpretación de Michael Shannon y mágica la relación que establece con su pareja durante todo el desarrollo del metraje, mostrando esa cercanía, ese respeto y ese acompañamiento incuestionable en los momentos más difíciles.



Sean Penn me atrapó en “Mi nombre es Harvey Milk”. Cierto es que es un genio de la interpretación y, como no, consiguió hacerme creer esa historia tan vital y tan humana, que defiende esa lucha que todo ser humano debe vivir y que nos incita a movernos y amar por encima de todo nuestra vida y nuestros derechos. Un lujazo poder vivir un momento de la historia tan importante como fue la lucha activa de este político homosexual norteamericano.



Y qué decir de “El Desafío: Frost/Nixon”. Un intenso thriller político que nos cuenta el proceso de preparación y desarrollo de la entrevista que el periodista David Frost realizó a Richard Nixon en 1977, tres años después de su dimisión, que le llevó al definitivo descrédito y al reconocimiento de sus graves errores en relación a la corrupción de su gobierno como presidente de los EE.UU. y al famoso escándalo del “Watergate”. Primeros planos llenos de expresión y un ritmo trepidante para una película con tintes de falso documental que te deja con ganas de saber mucho más y de sumergirte en esos episodios tan oscuros de la reciente historia norteamericana.



Tres películas, tres historias muy diferentes llenas de pasión y de ese agradable gusto que deja un cine con carácter, del que te abre la puerta a mucho más…

domingo, 5 de mayo de 2013

¿Dónde están las gafas de Mike?

Han pasado casi diez días desde el último concierto de Quique González en Zaragoza y, como siempre, no me dejó indiferente. Un nuevo concierto vivido en el "Teatro de las Esquinas", del que reivindico que tiene que convertirse en un verdadero referente para la escena musical zaragozana.

Era la décima vez que disfrutaba de un concierto de este artista y hasta ahora he podido verlo en todo tipo de formatos. Creo que esta gira será de nuevo un éxito para este músico que consigue cada vez acercar más a crítica y público, pero haciendo análisis de lo acontecido se pueden sacar muchas conclusiones de este concierto, la mayoría de ellas muy positivas, aunque otras no tanto.

Ante todo quiero dejar bien claro que el concierto de presentación de su nuevo disco "Delantera Mítica" estuvo a la altura y puede anotarse mucho más que un notable por la elección de un repertorio muy adecuado y sólido, por un sonido estupendo y por una voz que dejó escucharse a la perfección con un Quique en todo su esplendor.

Creo que técnicamente el concierto fue casi perfecto y que la banda supo adaptarse al artista, pero aquí está una de sus debilidades. Lo único de lo que puede adolecer esta gira, al menos en su primer tramo, es de una banda todavía no del todo cómplice con el artista. Todos los nuevos músicos que acompañan al madrileño son estupendos y muy profesionales (varios de ellos pertenecen al grupo Señor Mostaza), pero les falta la cercanía de alguno de sus antiguos compañeros de viaje, y eso que vuelve a la formación Edu Ortega desde que le acompañase presentando "Kamikaces enamorados". ¿Dónde está la empatía de Jacob Reguilón y su sensibilidad al bajo? ¿la pegada y contundencia de bateristas como Karlos Arancegui o el "gigante" Toni Jurado? y sobre todo ¿dónde ha quedado la genialidad y emotividad hecha música con las guitarras de Javi Pedreira? No hablo de Carlos Raya porque esa etapa queda muy atrás y porque Quique González ha sabido adaptarse a los tiempos, pero creo que la banda que acompaña al madrileño perdió en fuerza durante la gira pasada (podía entenderse por el tono del disco que presentaba) y puede correr el reisgo de no llegar a empatizar con el público con este nuevo cambio durante la presente. Como digo, creo que todo esto irá rodando y lo que ahora es un sonido muy preciso y cuidado se convierta en un sonido mucho más emotivo y cercano al oyente, con más empaque. Y eso que, como he dicho al principio, el concierto fue espléndido y muy acertado en terminos globales. Y vuelvo a insitir en la calidad de sonido (si no recuerdo mal estaba al mando de Ángel Medina), muy limpio y permeable, dejando la voz resaltando como instrumento principal.

Llama la atención también que Quique deje de lado totalmente los teclados. Ya quedaban casi relegados en el disco, pero durante la gira prescinde del todo de ellos y busca los momentos más emotivos solo con la acústica. El grupo puede sonar así más fuerte, con una formación básica de rock, pero algunos echaremos de menos momentos como los que nos daban aquellas canciones al piano convertido en "los faros de un Ford Capri".

Cierto es que salí emocionado del concierto y conforme han pasado los días he ido dando vueltas a todo esto. Mi amigo Jesús Monzón, con el que siempre he visto los conciertos de Quique González, me lo decía todo durante el concierto con esta pregunta: "¿Dónde están las gafas de Mike?". Y es que Quique se dejó en el tintero ese fantástico disco que es "Avería y Redención". Sí, es un disco muy irregular y tal vez no está entre los cinco mejores del artista por sus temas ni por su calidad global, pero tiene un espíritu inigualable. El disco contaba con un equipo totalmente engrasado y daba muestras de lo que es un grupo unido, con espíritu, sabiendo que estaban haciendo algo importante, puede que no muy grande, pero único. Y de eso nos tiene que convencer Quique González con su actual gira, de ese espíritu que deja volar a la emoción sin cortapisas, que la deja libre aunque eso no nos permita disfrutar de un sonido tan limpio o puro, pero que nos deja con la boca abierta. Por supuesto que a mi se me quedó así en más de un momento del concierto, porque en todos los conciertos que he vivido hasta ahora de Quique González he podido sentir, aunque sea un instante, esa emoción de vivir algo único, algo grande, aunque sea solo para mi. Y en este concierto no tuvo comparación la emocionada versión de "¿Es tu amor en vano?" (ahora sí que acertó solo con la acústica, muy por encima de la versión del disco), la siempre única "Aunque tú no lo sepas", la enérgica "Miss Camiseta Mojada" (¡qué grandes y atemporales siguen sonando todas las canciones de "Pájaros Mojados"!), la suave y mágica "Su día libre" y la más potente "Hotel Los Ángeles". Todas ellas fueron un regalo de los que no se pagan con dinero.

Una vez más Quique es todo alma y alguien de quien aprender en este oficio, por su dedicación, su valentía al asumir siempre nuevos retos y, ante todo, por su enorme trabajo. Gracias Kid.